Y las lágrimas cayeron,
para irse nadie sabe donde.
Callaron heridas,
cansadas,
a esconderse
lejos donde nadie sepa cómo encontrarlas.
Y así como se fueron,
dejaron un vacío,
que nadie puede resolver,
que se torturan pensando en el final,
el final de la oscuridad,
y la eternidad que se acorta cada vez más.
El rostro se suaviza con sus recorridos,
los hombros se encojen,
y las manos se cierran,
para volverse a abrir.
Hoy el llanto se apodera del cuerpo.
Porque el dolor debe encontrar una salida,
una ruta,
un camino,
aunque sea largo o corto,
un mapa de felicidad,
para llevarlo contigo a toda hora.
Una lágrima que ya pierde significado,
una lágrima transparente,
que despide a la angustia,
y deja volar el pasado.
Una lágrima,
mis lágrimas,
tus lágrimas,
las que no llevan a nada.
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